CIUDAD DE MÉXICO, México — Cuando lo que consumimos concluye su tiempo funcional, sale de la casa como desecho, pero son pocas las personas que se preguntan qué sucede después.
Lo que para algunos es basura, para otros no solo es su forma de vida, sino también un buen negocio que puede impactar directamente en el medio ambiente.
En la basura, casi todo se aprovecha
José Luis Linares trabaja desde hace más de 20 años con la basura que se desecha de los hogares, la cual puede considerarse muy valiosa. Linares es un hombre de la tercera edad que trabaja como voluntario en el Servicio de Limpia de la Ciudad de México, dependiente de la Secretaría de Obras y Servicios.
En México, hay mucha gente que va de pie y recoge la basura casa por casa, la separa y aprovecha todo lo que pueda venderse en los negocios que se dedican al reciclaje.
“Hay compañeros que se dedican a la recolección de basura casa por casa, y tienen un nivel de vida mejor que, por ejemplo, el de una persona que conduce un taxi. Pero son gentes que se aplican y se quedan separando la basura un par de horas más, y saben a quién venderle el cartón, la madera, los fierros o la ropa que se nos da en ocasiones a manera de propina”, dijo.
Dijo que la relación entre los trabajadores de los enormes camiones recolectores que dependen del Servicio de Limpia y los voluntarios como él, que tocan casa por casa, no siempre es cordial.
“A veces hay problemas por el dinero, y eso afecta también a las personas que nos dan su basura porque, por ejemplo, si una señora quiere deshacerse de un sillón que le estorba, tenemos que pedirle dinero extra para llevárnoslo, porque nosotros que empujamos una plataforma con dos botes para basura tenemos problemas para transportarlo”, dijo.
“Ese sillón se lo damos a los [empleados] del camión, que nos piden, digamos 50 pesos [3 dólares] por llevárselo, y nosotros tenemos que pedir 70 pesos [4 dólares] a la señora para que haya ganancia, porque de eso vivimos”.
Pero ahí no acaba todo, dijo, ya que de ese sillón se pueden extraer materiales que se venden, como madera, alambre, y tela, si está en buen estado. “Entonces, la repartición ya no es tan justa”, dijo Linares.
De acuerdo con un boletín publicado por la Dirección General de Comunicación Social de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), hasta 2017, había cerca de 8 mil 322 barrenderos, quienes en conjunto recorren más de 11 mil kilómetros diarios dentro de la Ciudad de México.
No más mafia de la basura
A diferencia de lo que se hablaba durante las dos últimas décadas del siglo XX, cuando se mencionaba a una “mafia” alrededor del manejo de la basura, en la actualidad la aproximación es muy diferente, dijo Ulises González Miranda, el maestro en Ingeniería Ambiental por la UNAM.
“Esa percepción va cambiando poco a poco. Cada vez vemos más proyectos, por medio de los cuales, a través de diversas plataformas y el uso de redes sociales, se promueve la recuperación de materiales reciclables, involucrando a los ciudadanos o generadores [de desperdicios]”, dijo.
Más allá de la relación que pueda haber entre quienes manejan la basura cuando esta sale de los hogares, dijo que aún “existe mucha desinformación sobre la logística del manejo [de la basura], sus efectos sobre la salud y el medio ambiente que implica la generación de residuos y un manejo correcto o incorrecto”.
Como resultado de dicha desinformación, la ruta y el tratamiento de la basura son desiguales dentro del área de la Ciudad de México, dijo González Miranda.
“Varían mucho dependiendo de la infraestructura de la zona. En la Ciudad de México, vemos alcaldías en las que la gente entrega sus residuos separados adecuadamente y los [residuos] orgánicos sin bolsa; pero, por otra parte, hay lugares en donde, por ejemplo, los frascos con insecticidas o fertilizantes son tirados en ríos y canales, contaminando el agua y el suelo, así como sitios en donde se queman los residuos porque no hay un sistema o medio de recolección. El contraste es muy amplio, pero, en general, aún falta mucho por trabajar en las rutas y tratamientos”, dijo.
Conciencia ecológica, lección de hijos a padres
Según González Miranda, para evitar este tipo de contrastes es importante fortalecer la educación ambiental en los niños y crear conciencia en ellos, para que crean conciencia en sus padres y el mensaje tenga mayor impacto.
“Hay que invertir en campañas de sensibilización más allá de lo que hacen las empresas como parte de su estrategia de mercadotecnia (greenwashing). Por ejemplo, que tanto a los ciudadanos como a los grandes generadores de basura se nos cobrara de manera específica por residuos generados; de esa manera seríamos más cuidadosos, más responsables y menos desperdiciados”, dijo.
Otro contraste importante es la separación correcta de los desechos.
“En México, hay materiales que tienen muy buena separación, como el PET [tereftalato de polietileno] o los metales, aunque con estos últimos se preste a acciones de vandalismo, como en el robo de tubería de cobre o las tapas de las alcantarillas. Pero nos falta mucho en la separación de orgánicos, residuos de manejo especial como escombro, neumáticos, desechos electrónicos. Creo que es importante preguntarnos a dónde va todo eso una vez que lo desechamos”, dijo.
Tradición familiar
Saúl Moreno se dedica a la recolección de basura desde hace unos 8 años, un oficio heredado de su padre.
“Mi papá se dedicaba a esto; él me trajo aquí y aproximadamente desde hace ocho años, me dedico todos los días a esto. Hay días buenos y días malos, pero lo importante es seguir trabajando”, dijo.
Para Moreno, la ruta de la basura es un proceso en el que hay varios actores involucrados.
“El primer paso, y el más importante, es que la gente separe la basura en sus casas y nos la entregue así, pero también es necesario que haya más fábricas [de tratamiento de basura] para que el proceso tarde menos”, dijo.
Sobre el ambiente que hay entre los recolectores de basura a pie y los empleados que manejan los camiones, Moreno dice que todo depende de la actitud de cada persona.
“Es una relación de trabajo como cualquier otra. Yo me llevo bien con todos y hago mi trabajo lo mejor que puedo para no tener problemas”, dijo.
Finalmente, habló sobre el mito de que la basura es oro para mucha gente.
“Es un trabajo en el que no recibimos un sueldo, sino [que] somos voluntarios, y lo que ganes depende del esfuerzo que le pongas al trabajo. O sea, puedes vivir bien, pero eso depende de cómo y cuánto quieras trabajar. Si un día nos va muy bien, qué bueno, si no, pues, ni modo; mañana será otro día porque basura siempre va a haber”, concluyó.
Editado por Melanie Slone y LuzMarina Rojas-Carhuas
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